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Tu estuviste aquí You were here Du warst da Foto: POS Fischer © 2008 |
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Querida María, Virgen.
Todavía recuerdo cuando estuviste en casa, presentándote a través de tu imagen, muy sencilla. Llevabas colgado un rosario precioso, de pequeños corazones nacarados.
Fue irresistible tomarlo y rezarte a ti.
Te pedí muchas cosas, como suelo hacer. Pero una en especial, un día en especial que todavía recuerdo. Mi trabajo estaba fluctuando bastante, me comenzaba la preocupación, el desgano. Y tú llegaste hasta aquí.
Recé durante la semana para que me dieras tranquilidad y serenidad. Durante el tiempo que estuviste aquí tu presencia fue muy intensa, muy fuerte.
Y ese sábado tuve una reunión de trabajo, y sin pensarlo me ofrecieron una buena oportunidad, la cual no rechace porque supe que venía de ti.
Mi familia quedó muy gratamente sorprendida por lo que había pasado. Ellos supieron desde el primer momento que fuiste tú, María Virgen, quien realizó este milagro.
Hoy te agradezco, tal vez haya pasado más de un mes de esto.
Hoy quiero que esto sea mi pequeño testimonio, un pequeño testimonio.
Tú estuviste aquí, me ayudaste en el momento que necesité.
Gracias, María. Quiero seguir rezando y sobre todo no olvidar esto, que quede muy dentro de mi alma.
María, vida, dulzura y esperanza nuestra. No nos abandones.